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Las personas que sufren un trastorno de la conducta alimentaria, presionadas a nivel personal y social

Las personas que padecen un trastorno de conducta alimentaria están sometidas a elevada presión externa e interna, es decir, presionadas a nivel social y también por los propios pensamientos y emociones. “La inmediatez del uso de la tecnología, incorporada a nuestra cotidianidad para casi todo, pero especialmente para relacionarnos y adquirir información de todo tipo, nos facilita el día a día, pero al mismo tiempo ejerce un fuerte impacto sobre el individuo, por su componente adictivo y también por los mensajes que transmiten una visión idealizada y sesgada de la realidad. Esto se traduce en una presión que repercute en la confianza en uno mismo y en la satisfacción con la propia vida. La corporalidad también se ve sometida a grandes exigencias, muchas veces poco ajustadas a la realidad y que generan inseguridad y malestar con uno mismo”, explica Gina Badia, psicóloga y coordinadora de la Unidad Funcional de los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) del Hospital Universitario de Santa Maria.

Es frecuente que la insatisfacción personal provoque en muchas ocasiones sentimientos de vacío que se intenten gestionar con comportamientos extremos, de consumo de alimentos impulsivo y desbordado y/o de restricciones severas. Las personas con TCA tienen baja autoestima y centran su autoconcepto en la imagen corporal buscando la seguridad en el control de su cuerpo.

El trabajo terapéutico de personas con TCA tiene unas particularidades que deben abordarse para posibilitar su recuperación, interviniendo no sólo en los aspectos más visibles del trastorno como son las conductas alimentarias alteradas, sino también en los factores que están manteniendo estos comportamientos. En este sentido, es imprescindible trabajar la conciencia de enfermedad y la motivación por el cambio, también será necesario abordar las cogniciones y creencias relacionadas con el trastorno, así como la eliminación de las conductas alimentarias de riesgo. Será muy importante intervenir sobre los factores emocionales, facilitando la conexión con el mundo interno para potenciar el autocuidado y reparar su autoestimada dañada, con el fin de que aprendan a relacionarse con la comida y su cuerpo de forma sana y respetuosa.


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